En el corazón de la Montaña Palentina, una iniciativa prometedora se está abriendo camino para preservar el legado de una práctica ancestral que marca profundamente la identidad de nuestra región.
La Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León ha emprendido un proyecto significativo con un presupuesto de 250.685,09 euros para restaurar nueve refugios tradicionales, conocidos localmente como chozos, dispersos en paisajes que evocan historias del pasado y susurran secretos de la naturaleza.
Un Patrimonio que Respira Historia
Los chozos de la Montaña Palentina, estructuras humildes pero resilientes, han sido testigos silenciosos de la trashumancia, una práctica donde los ganados se trasladaban estacionalmente, buscando pastos frescos en los puertos de la Cordillera Cantábrica. Esta tradición, que se extiende desde el paleolítico hasta bien entrado el siglo XX, no solo es un reflejo de la interacción humana con el entorno sino también un componente esencial del patrimonio cultural de nuestra región.
Un Proyecto con Visión
El proyecto abarca la restauración de chozos en localidades como Herreruela de Castillería, Celada de Roblecedo, Resoba, y Brañosera, utilizando técnicas tradicionales y materiales autóctonos para conservar su autenticidad. Cada refugio, con sus particularidades y medidas, desde el chozo de Las Adras (5×3,5m) hasta el de Sel de la Fuente, se revitalizará, preservando no solo su estructura física sino también la historia y las tradiciones que representan.
Más que Piedra y Madera
Esta restauración trasciende la mera conservación arquitectónica. Se trata de una reivindicación de un modo de vida, de la sabiduría tradicional en la gestión del paisaje y del ganado, y de la interacción respetuosa con nuestro entorno. Los chozos, una vez rehabilitados, se convertirán en puntos de interés cultural y turístico, ofreciendo a los visitantes una ventana al pasado y una invitación a explorar la riqueza natural y etnográfica de la Montaña Palentina.
El Rincon de Golobar: Tu Puerta a la Aventura
Desde «El Rincón de Golobar», celebramos y apoyamos esta iniciativa que resuena con nuestra filosofía de acercar a nuestros huéspedes a la esencia de la Montaña Palentina. Ofreciendo un acogedor refugio en el corazón de esta región, nos posicionamos como el punto de partida ideal para aquellos deseosos de explorar estos chozos restaurados y descubrir la belleza y tradiciones de nuestra tierra.
Los chozos de Brañosera, ubicados en el Parque Natural Fuentes Carrionas – Fuente Cobre, son refugios históricos que servían a los pastores durante el clima de montaña.
Estas construcciones se encuentran dispersas en diferentes puntos del parque y cada una posee características únicas que realzan la belleza natural de la región y su patrimonio cultural.
- Chozo El Cerezo: Se encuentra en la zona del invernal de Adolfo, cerca del Monte Calar, y es ideal para una excursión matutina. A unos 200 metros del chozo, se puede visitar el Roblón.
- Chozo Las Mesucas: Ubicado sobre cintos de piedra, domina una extensa área de pastos. Es un lugar donde es común ver venados y corzos, y ocasionalmente rastros de oso pardo. Debajo del chozo hay un bosque espectacular.
- Chozo Corral de Porquera: Situado en la falda sur del Cocoto alto, este chozo fue parte del frente en la Guerra Civil. Es una caseta bien arreglada junto a buenos pastos con un pilón de agua.
- Chozo La Escalerilla: Es una fuente reformada con un refugio añadido. Da nombre al Club de Montaña La Escalerilla de Barruelo y es recomendable probar el agua de la fuente.
- Chozo Del Huevo: Actualmente solo queda un montón de piedras. Este refugio ovalado dominaba la zona de Golobar y Canal.
- Chozo Mostajuelo: Situado en el centro de la Braña, es accesible desde Brañosera, aunque no se permite el uso de vehículos a motor en el parque.
- Chozo Seldelafuente: Se encuentra en el circo glaciar del mismo nombre, cerca de Valdecebollas. Es frecuentado por escaladores en invierno.
- Chozo Ujapero: Localizado en las faldas del Cotejón y al borde del Monte de Salcedillo, es un sitio recomendado para visitar.
- Chozo Tonino: Más que un chozo, es una pequeña cueva en un hermoso bosque de robles y hayas, usada como refugio en la posguerra.
- Chozo Corral de Villabellaco: En una zona poco frecuentada, se pueden apreciar las ruinas del chozo donde se refugiaba el pastor.
- Chozo de Golobar: Ubicado en la cabecera del Valle de Canal, con acceso por carretera pero con posible presencia de nieve en invierno.
- Chozo de Tasugueras: Aunque está en ruinas, ofrece vistas espléndidas del Valle de Canal y Golobar y es accesible excepto en invierno por la nieve.
- Chozo de Pamporquero: Situado en la cabecera de los pastos del mismo nombre, ha sido recientemente restaurado y es ideal para almorzar.
- Chozo de Valdecebollas: En la ladera sur de la montaña del mismo nombre, ofrece excelentes vistas aunque está bastante deteriorado.
- Chozo El Calero de Brañosera: No es un chozo tradicional, sino una caseta restante de una edificación minera que se utilizó entre 1981 y 1983.
Estos chozos no solo reflejan la historia de la trashumancia y la vida pastoral de la región, sino que también son puntos de interés para actividades como el geocaching y el senderismo, permitiendo a los visitantes una inmersión cultural y natural.
Invitamos a nuestros visitantes a sumergirse en esta experiencia única, donde cada paso por los senderos de la Montaña Palentina es un encuentro con la historia, la naturaleza y la cultura viva de nuestro entorno. «El Rincón de Golobar» no es solo un lugar donde alojarse; es un inicio para aventuras que enriquecen el alma y conectan con las raíces de nuestra tierra.
La práctica de la trashumancia, en la que los pastores y sus rebaños de ovejas se desplazan estacionalmente entre diferentes áreas de pastoreo, es una tradición milenaria en España. Los chozos de pastores en Brañosera, ubicados en la Montaña Palentina, forman parte de este rico legado cultural, particularmente vinculado a los pastores que venían desde regiones como Extremadura hacia el norte, en busca de pastos frescos para sus ovejas durante los meses de verano.
La Trashumancia: Un Ciclo Vital
Esta migración estacional se inscribe en un ciclo vital para el mantenimiento de los rebaños, aprovechando los pastos de invierno en las tierras bajas de Extremadura y los pastos de verano en las montañas del norte, como la Montaña Palentina. Este movimiento no solo era fundamental para la supervivencia de los rebaños durante los diferentes ciclos estacionales sino que también permitía el rejuvenecimiento de los pastos, evitando su sobreexplotación.
Los Chozos: Refugios en la Ruta
Los chozos servían como refugios esenciales para los pastores durante estos desplazamientos. Construidos con materiales del entorno, como piedra y techo de paja o laja, ofrecían protección contra las inclemencias del tiempo y un lugar para descansar. Estos refugios estaban estratégicamente ubicados a lo largo de las rutas de trashumancia, marcando el paisaje de la Montaña Palentina con puntos de parada tradicionales para los rebaños y sus cuidadores.
Un Enlace entre Extremadura y la Montaña Palentina
La conexión entre Extremadura y la Montaña Palentina a través de la trashumancia es un testimonio del ingenio y la adaptabilidad de las prácticas pastoriles tradicionales.
Los pastores que emprendían este viaje estaban profundamente familiarizados con las rutas, los cambios estacionales y el comportamiento de sus rebaños, lo que evidencia un conocimiento profundo del territorio y un respeto por el equilibrio natural.
Declive y Rescate de una Tradición
Aunque la práctica de la trashumancia ha disminuido considerablemente debido a la modernización de las prácticas agrícolas y el cambio en las estructuras económicas, el interés por preservar esta tradición y sus estructuras asociadas, como los chozos, ha crecido. Los esfuerzos de conservación buscan no solo mantener estos refugios sino también resaltar la importancia histórica y cultural de la trashumancia, reconociendo su papel en la configuración del paisaje y en la biodiversidad de las regiones involucradas.
Los chozos de pastores en Brañosera son un recordatorio de la épica migración anual que unía a Extremadura con la Montaña Palentina, una práctica que ha dejado una huella indeleble en la cultura, la economía y el paisaje de estas regiones.
Al preservar estos chozos, no solo salvaguardamos estructuras físicas sino que también celebramos y reconocemos el legado de los pastores, sus rebaños y una forma de vida en armonía con la naturaleza y las estaciones.